En el confinamiento por COVID-19. Alberto Lifshitz

EN EL CONFINAMIENTO POR COVID-19

A pesar de mis años, nunca me había tocado una situación como ésta. He entendido muy bien que hoy por hoy, la mejor conducta es quedarse en casa, pero sólo mientras se encuentra alguna otra solución, dado que ésta no lo es. Admito que la cuarentena ha sido menos desagradable que lo que hubiera supuesto, pues me ha dado la oportunidad de comer en casa, escribir, distraerme, leer y vigilar el curso de la epidemia sin sentir tanto compromiso profesional como lo he percibido en otras ocasiones.

Como médico, me siento inconforme al estar cómodamente en mi domicilio mientras mis colegas enfrentan con valentía al enemigo en la mejor tradición de nuestra profesión ¿Por qué no estoy en la trinchera si es esa mi vocación? En primer lugar, porque no me dejan; mi familia me ha prohibido salir de casa, pues mi edad y mis enfermedades crónicas me convierten en sujeto con alto riesgo de complicarme. Siempre he cumplido mis responsabilidades aún estando enfermo, pero ahora sería una grave irresponsabilidad intentarlo y no ayudaría a nadie. Pero la humanidad ha sobrevivido a amenazas aún más graves y ésta tendrá que ser superada. Lo que hay que hacer es disciplinarse y, con la mejor disposición, sacar provecho de esta situación inédita.